Resulta
que después de haber llegado a casa e instalarme cómodamente frente a la
maquinita del mal (llámese como se le quiera llamar) y, como habitualmente lo
hago, me conecté a una de las redes sociales a las que soy asidua (qué
sinvergüenza soy) y en primer plano apareció, en la famosa time line una publicación que, en primera instancia, me dejó anonadada
y que al leerla con más detenimiento terminé por enterarme de que un sujeto venido al menos se
atrevió a insultar a uno de mis amigos por su condición económica; cuando
finalicé de leer el texto, lo primero que hice fue ponerme en contacto con el
injuriado para que me platicara la situación, ya que lo que él había publicado
en su “muro” son acusaciones realmente graves en contra del injuriador, pero no
sólo eso, además tiene las pruebas de lo que escribió respaldando su
publicación. Una situación de verdad complicada para el vejador (se lo merece
por puto).
Generalmente
no me meto en problemas por nadie, pero me enferma que se burlen de alguien o
lo traten con desprecio por no tener "dinero", y decirle que las
personas de su “clase” no van a llegar a nada nunca. Pues para información de
ese sujeto indeseable (y por cierto mentiroso, dice ser ingeniero sin haber
terminado el nivel medio superior siquiera), aquel al que llamó “pobre sin
esperanzas” y “Einstein mexicano” en
tono burlón, además de que es un gran ser humano, excelente amigo, etcétera, ya está por acabar su carrera en Física y es
investigador adjunto, nada más. Pura envidia, caray. Qué mundo, señoras y
señores, en lugar de alegrarse de los logros ajenos, los quieren hacer menos
para sentirse menos miserables.
Ash, pinche gente.
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