jueves, 13 de septiembre de 2012

Memorias.

Aclaro, no sé escribir. Salió solito, entre duermevelas e inconsciencia. Supongo que en ese estado tiene más valor (quiero pensar que es así). Tampoco pondré el destinatario, simplemente para ahorrarme trámites, pero está informado:
A ti.
Ya no recuerdo bien tu nombre, el de batallas peleadas en los áridos campos del viejo terruño donde solíamos encontrarnos, tampoco recuerdo tu cariz de buena semilla, ni mucho menos el vaivén de tu cuerpo al caminar. Sólo recuerdo tus caricias, tu lengua fugaz, de la que emana un poco de saliva que calma el ansia, ahora, únicamente concibo tu aroma, ese olor a madera fresca y recién cortada, que deben dejar secar para que con ella se haga una buena fogata.
No pienso más en tu cuerpo, porque lo tengo, ni pienso tus manos porque son y no son, ni en tu boca de vorágine que devora planetas. No los quiero, sólo quiero el alma que sale de vos.

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