Otro
de los momentos musicales más memorables que tuve el año pasado fue cuando me
decidí ir a Oaxaca en contra de la voluntad de mi madre y de la del hombre (que
no pudo ir porque trabajaba, ingenuo). Me divertí a tal grado que en la vida
quiero volver a tomar pulque y mezcal juntos mientras toca una banda de
chilenas... y mucho menos si me vuelvo a encontrar al suizo con el que estuve
baile y baile sin que ninguno de los dos supiera bailar.
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