jueves, 24 de junio de 2010

No es nada de tu cuerpo.


A veces no puedo evitar ponerme un poco melancólica, al parecer es mi frágil naturaleza emotiva o el hecho de que paso por uno de mis constantes cambios hormonales (quién sabe, lo más seguro es que me gusta ser chillona); el asunto es que en la tarde me acordé de un sujeto, tan agraciado físicamente como una cucaracha rascándose (juar, juar) y al que sin duda le guardo cierto cariño por el papel que desempeñó en mi vida y sobre todo porque una vez me recitó un poema de Jaime Sabines llamado :" No es nada de tu cuerpo", en total estado de ebriedad (¡como me gusta la mala vida!, ni hablar).


No es nada de tu cuerpo.

No es nada de tu cuerpo,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo, en que bebo.
No son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines.

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